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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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07-04-2013

 

 

 




La necia fórmula o los pingos del Tío Sam

SURda

 

Opinión

 


Julio A. Louis

 

 

 

John Reed en sus “Diez días que conmovieron al mundo” de 1917 narra el ataque ideológico de comerciantes, funcionarios y estudiantes contra dos soldados rojos que custodiaban una estación. Decía insolente un estudiante: “creo que está claro para vosotros que, al levantar las armas contra vuestros hermanos, os convertís en instrumento en manos de bandidos y traidores” “No hermano–respondía seriamente el soldado-, vosotros no comprendéis. En el mundo hay dos clases: proletarios y burguesía”… “¡Me sé yo esas estúpidas charlatanerías!” le interrumpe el estudiante. Así discuten, el estudiante con varios argumentos mientras el soldado repite: “Para mí la cosa está clara, pero no tengo instrucción. Parece que es así; hay dos clases, el proletariado y la burguesía…” “¡Y dale con tu necia fórmula! gritó el estudiante. “… dos clases nada más –prosiguió tozudo el soldado-. Y el que no está con una clase, está con la otra…”

 

El mundo se transforma y mientras en Estados Unidos se habla del noventa y nueve y del uno por ciento, del “precariado” y de la “plutonomía”, en los países dependientes se afirma la contradicción entre dos bloques de clases, el del gran capital y el popular-alternativo, en derredor de la burguesía y del proletariado. El relato de Reed sirve por el correcto uso de conceptos inter-relacionados: clases sociales, lucha de clases y conciencia de clase. Si no se razona en términos de clases, el pueblo uruguayo estará condenado a elegir entre los pingos del Tío Tom.

Para 2014 EEUU se siente ganador en las elecciones uruguayas pues ha comprado acciones a los factibles ganadores. Siempre las apuesta a los candidatos del bloque de clases dominante (al moderado Larrañaga, y a los herederos de los clanes Bordaberry y Lacalle); pero ahora también apuesta acciones “seguras” al probable candidato del bloque popular-alternativo, el carismático y conceptuado aliado estratégico, Dr. Vázquez. El programa oficial del FA está en elaboración, y se hará con fuerte presencia partidaria y escasa de las bases. Estará para noviembre, cuando -según Lescano- el “abanderado” Dr. Vázquez -que ya han acordado los partidos- “tome la bandera”. Mientras, con su proverbial claridad el vicepresidente Astori, artífice e ideólogo del Frente Líber Seregni -que se siente ganador- opina que “sobrellevaremos lo mejor posible” estos dos años que restan del gobierno de Mujica. El presidente buen tipo, austero, postulado a Premio Nobel de la Paz, pero por momentos recontra-nabo, convertido en adalid del retorno del aliado estratégico de Bush (o de Obama), quien por su sola presencia cortará puentes con Argentina y el Mercosur, restablecidos tras mucha dedicación y humildad de Mujica.

Entre tanto la izquierda del Frente no aparece. Sólo pequeños Partidos no han sido obsecuentes con el “candidato”, pero ninguno (incluidos los históricos partidos de la clase) ha tenido la firmeza de denunciar su conciliación y complicidad con el enemigo imperialista-oligárquico. No es fácil en este mundo de hegemonía burguesa del bloque del gran capital, con izquierdas que estornudan cuando el sistema pasa del resfrío a la pulmonía. No es fácil cuando el aparato del Estado brinda oportunidades abundantes para gestar la propia burocracia, con prebendas varias y sueldos que generalmente sus beneficiarios nunca han tenido.

Ahora que Chávez falleció puede hacérsele un tibio elogio o antes de que muriera celebrar misa. Eso sí, elogios limitados a mencionar su generosidad, pero jamás su lucha contra el imperialismo, por revivificar en el siglo XXI esa “peste” llamada socialismo. No es fácil cuando impera la “paz” –la paz de los sepulcros de las invasiones a Irak, Afganistán, de la guerra de los drones, la guerra inteligente que mata selectivamente; cuando el imperialismo se afirma en América del Sur, con el golpe institucional contra Lugo, pues ya pulió la grosería del golpe hondureño; y se afirma con la base nenúfar de Çoncón (Chile); quizás intente la cruzada religiosa con la esperanza de un nuevo Wotila, dirigida no ya contra Europa del Este, sino contra su díscolo y endeble patio trasero. Pero falta aún en la estrategia imperialista recobrar la “tacita del Plata”, la tierra ideada para Estado tapón, repensada por la derecha política-militar como estado “disuasor” al estilo de Israel, armado hasta los dientes por el imperialismo y enfilado a la guerra contra las otras patrias chicas. Que los cánticos de guerra del ejército chileno (matar argentinos, ahorcar peruanos y degollar bolivianos) no son porque sí, sino la mentalidad de la “Seguridad Nacional” revivificada.

Quizás el imperialismo todavía no controle todas las cartas. No controla la decepción frenteamplista de los “de abajo”, de esa masa obrera y popular que en 1971 gritaba “y lucha, lucha, lucha, /no deje de luchar/ por un gobierno obrero/obrero y popular”. Es cierto que la ha aplastado, dividido, atrasado, al punto que su ideal de vida se ha convertido en los shoppings center con el más frívolo consumismo. Organizar políticamente a esa masa desencantada es un desafío, pero cuanto más se demore más difícil será.

La tarea es de todos y de cada uno. Se debe restablecer el criterio de la izquierda de primero definir el qué hacer, el programa y luego, los seres humanos, los candidatos que lo ejecuten. En particular, la tarea es de las decenas de miles de frenteamplistas no sectorizados, con presencia de técnicos que no sobran pero que los hay, y sobre todo con pueblo sufrido, combatiente, reavivado en su condición militante. O dicho con palabras adaptadas a esta hora regresiva de religiosidad multiforme, con misioneros cuyo ideal de vida es la lucha –al estilo de Carlos Marx- que se sienten felices en tanto contribuyen a la felicidad colectividad. Agruparse y actuar con la intención de contribuir a nuclear a la izquierda del FA, capaz de confrontar con las posiciones conciliadoras.

Queridas y queridos jóvenes (en Uruguay, los menores de 60): exíjanles a los “viejitos” que en político aporten como abuelos, volcando experiencia, pero a la vez quítenles ínfulas de “líderes naturales”, de “imprescindibles”, pues los imprescindibles -ha escrito con agudeza Bertold Brecht- solo son los que dedican su vida al servicio de los explotados, oprimidos y alienados del mundo.


 
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